A lo largo de 1994 y sobre todo a inicios de 1995, las condiciones macroecómicas bajo las que opero la banca cambiaron drásticamente por la devaluación del peso con su consecuente escalada inflacionaria.
Lo anterior fue ocasionado por la disminución de la inversión extranjera, en particular de la cartera, lo que condujo a la depreciación cambiaria, dado el nivel de financiamiento de la balanza de pagos.
Como consecuencia, la captación de la banca comercial disminuyó 19 por ciento real en 1995, una contratación equivalente a la registrada durante el choque petrolero de la década anterior.
El financiamiento a los sectores productivos cayó 25 por ciento, lo que coadyuvó a la contratación en la inversión en el orden de 5 puntos porcentuales del Producto Interno Bruto (PIB), dando lugar a que la combinación de estancamiento económico, repunte inflacionario y altas tasas de interés se tradujera en dificultades para los deudores de la banca.
Por ello, la cartera vencida creció en 156 por ciento en un solo año, hasta situarse en casi 140 mil millones de pesos en diciembre de 1995, aproximadamente 15 por ciento de la cartera total, dentro de una problemática que abarcó todos los sectores económicos, sin distinción del tamaño del acreditado.
El deterioro en la calidad de la cartera crediticia obligó, no obstante la profundidad de la crisis, a acelerar la capitalización de las instituciones con el fin de cubrir las regulaciones existentes.
Entre 1995 y la erogación programada para 1996, los accionistas de la banca aportaron capital fresco por 35 mil 500 millones de pesos, casi equivales al monto total pagado en 1991-92 durante el proceso de desincorporación
Por otra parte, el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), creado en los años ochenta, tuvo que redimensionar su actuación ante los problemas enfrentados por los bancos.
A finales de 1994 apoyó al Banco Obrero, y en febrero de 1995 participó en el saneamiento y recapitalización de Banca Cremi, Banco Unión, Banco Obrero, Banco de Oriente, Banco del Centro, Banco Interestatal y Banco Inverlat se sumaría posteriormente a la lista de instituciones intervenidas.
De igual forma, Fobaproa tomó parte como el conducto para la canalización de apoyos del Banco de México a 17 bancos comerciales por tres mil 900 millones de dólares, solventando así las obligaciones de corto plazo en moneda extranjera de la banca comercial.
Los apoyos aliviaron las presiones de liquidez del sistema, por lo que pocos meses después, en septiembre de 1995, se concluyó satisfactoriamente con la liquidación de los adeudos.
Ese mismo año se instrumentó el Programa de Capitalización Temporal (Procapte), que se dirigió a garantizar en la banca mexicana índices de capitalización de por lo menos 8 por ciento respecto de los activos en riesgo, satisfaciendo las exigencias de aprovisionamiento en momentos de fuertes escasez de capitales.
Por ello, en abril del mismo año el Fobaproa participó en la adquisición de obligaciones subordinadas de conversión obligatoria a capital de cinco bancos del sistema, en una operación que ascendió a 6.5 millones de pesos.
Finalmente, desde junio de 1995 se instrumentó el Programa de Compra de Cartera, que hasta marzo de 1996 ascendía a 81 mil millones de pesos, equivalentes a 12 por ciento de la cartera total de la banca comercial.
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